08 May ¿Prematuro? #Knodek
En unos días Alex cumplirá cuatro años. Este es mi pequeño homenaje, a todos los niños que han nacido antes de tiempo. Y los padres que han pasado por ese duro trance.
Cuando un bebé prematuro llega, rompe la vida a los padres. Por delante quedarán noches llenas de la angustia más voraz, de dudas que inundan noches enteras de hospital, por un futuro que cuanto menos se antoja incierto. Preguntas que no encuentran respuestas, momentos de inquietud, a veces serenos, a veces crueles. Equipos médicos que están forjados con las tragedias más descabelladas que sólos ellos conocen. Y que dan la información sin apenas mover un músculo de una sonrisa que tanto se añora en esos momentos. Minutos que se convierten en días y sueños rotos sin una razón que calme el mar dudas.
Y es que cuando una mujer se queda embarazada, sueña con ese bebé, con la llegada a su vida de un ser que será su piedra angular en el mismo momento del nacimiento. ¿Y qué pasa entonces?. Pasa que esos sueños se rompen en segundos. Pasa que siente la pérdida de un sueño, de un hijo sano, de un «todo ha ido bien». Pasa que pierde la «normalidad» para entrar en el mundo de la #diferencia.
Comienza un periodo convulso, donde la tolerancia a la frustración será la mejor arma que aprender. Porque el miedo, el de verdad, entra en la vida para quedarse durante mucho tiempo. Hagas lo que hagas como madre/padre, no vale de mucho, o al menos esa sensación es la que tienes. Ver a un recién nacido, a tu propio hijo durante días, y más días, lleno de tubos, vías y vendas. Ver la indefensión hecha realidad, no poder tocar, sentir, o si quiera mirarle porque cuesta aguantar la mirada, a través de un cristal, a una tragedia que se avecina próxima, eso, hay que aprender a superarlo.
Ser consciente que es solamente el principio de un camino lleno de una niebla espesa donde no puedes adivinar qué pasará un metro más hacia delante. Pues todo serán sopresas a partir de ahora, y no todas positivas. Aguantar estóicamente noticias desgarradoras, con un futuro realmente incierto hacen que esos padres se conviertan en unos héroes en silencio.
Cuando miras a tu bebé que apenas sobrepasa un palmo de la mano, y el peso se mide en gramos y no en kilos y que la esperanza se mide en horas y no en años, aprendes que los logros ahora se miden de otra forma.
Aprendes que en realidad no importa si tu hijo tiene o tendrá dificultades de aprendizaje, o andará dos años más tarde. Aprendes de medicina, de enfermería, de rehabilitación, de trastornos que jamás los habías oído o que al menos a ti no te iba a tocar. Porque estas cosas siempre les ocurren a los demás. Pues la verdad es que la vida es una caja de sorpresas, y cuando te sorprende de esta forma la única pregunta que lo resume todo es ¿qué me tienes que enseñar?
¿Enseñar? todo. Desde que has venido a nuestra vida nos has enseñado, a luchar, a no rendirnos. Hemos luchado, como jabatos, por momentos perdimos el sueño, el hambre, la paz, para conocer la agonía, la ansiedad, la tristeza más profunda, la angustia más cruel. Y aún así no tiramos la toalla ni un solo instante, hemos trabajado horas infinitas de ejercicios, citas con psicólogos, fisioterapeutas, neurólogos, logopedas, médicos de demasiadas especialidades. Y al final ahí estás tu. Cuatro años en unos días, y eres mi héroe. No llegas a un metro de altura y me has enseñado más que cuarenta años de vida.
Jamás dices NO, siempre dices quizás. Me has enseñado que cuando algo se desea se lucha, y si no se consigue se acepta y a por otro reto. Me has enseñado a sonreír en los peores momentos. Me has enseñado a celebrar un salto, una caída, un «hola mamá» o un «te quiero mucho». Me has enseñado que siempre puede ser peor, pero la diferencia es con la sonrisa con la que te enfrentas. Me has enseñado a no soltarte la mano jamás, sentir tu piel, tus pequeños dedos entre los míos, es lo que hace que cada día me levente y al abrir los ojos me diga «que no de qué».
Me has enseñado, que se puede no avanzar, y que se puede ir hacia atrás. Y eso no significa perder, sino tomarse más tiempo de lo estipulado. Me has enseñado que la vida hay que saborearla cada minuto, con una sonrisa, con alegría, con una mirada pícara, con ilusión, con ganas!
Me has enseñado a mirar la vida desde otro prisma, desde otra óptica. A encarar la vida con al menos una sonrisa.
Porque aunque llueva y haga frío, siempre podemos saltar en un charco. Sólo es cuestión de cambiar el prisma.
FELICIDADES ALEX
#Knodek
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